Kits de salvamento o nutrición para casi vegetarianos

Agolpados están los minados soldados. Sentados a los lados del camino.

De repente y sin aviso se rompe la evolución cíclica de los días, rutina empobrecida y gris que hasta ahora no auguraba nada bueno para aquella, su patria.

– ¡Mira! – dice uno, señalando al cielo, con la boca abierta.

Habían comenzado a caer lentamente del cielo pequeños paquetitos de diversos colores.

Admirados, los hombres se levantaron para cogerlos en el aire.

Llegaron unos de color naranja. También caían otros de colores azulados y verdosos. Todos parecían cubiertos de algo similar a escamas, que centelleaban, y al ir cayendo y girando sobre sí mismos, comenzaron a emitir unos destellos especialmente intensos cuando, en un momento dado, el sol comenzó a brillar como nunca. Como si se hubieran abierto las mismísimas compuertas del cielo.

En aquel momento, hombres, mujeres y niños que se encontraban en el lugar, se colocaban las manos a modo de visera sobre la frente, intentando acostumbrarse a la luz del sol. Qué calidez daba aquella estrella… Y lo único que ellos pensaban, cuánta vitamina D* obtendrían esos días. Y vitamina B12*, y DHA*, …

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Estas son la clase de cosas que se me ocurren estando en una terraza, brisa marina, cielo despejado, el sol calentando y platos de comida costera y fresca delante. Yo, disfrutando de todo eso, de un país nuevo, de la buena compañía, y, a su vez, mi cuerpo y sus habitantes saboreando el festín nutritivo.

En otro orden de cosas, ya les conté en una entrada graciosa (Pimientos no, gracias) que me encuentro en el grupo de los flexitarianos, o también llamados «semi-vegetarianos». Un término que hace referencia a los que estamos disminuyendo el consumo de productos de origen animal.

Les actualizo. El veganismo me lo imagino ahí en una torre muy alta y bonita, a la que llegar subiendo por una colina, y teniéndolo como objetivo, estoy permitiéndome andar despacio este camino largo. Porque en vez de querer llegar a toda prisa y mal, lo estoy disfrutando. Vale que es un proceso muuuy lento, y sobretodo, despistado (uy, ¿un reto fotográfico? Por supuesto. ¿¿Un ropero minimalista?? ¡Claro que sí! ¡¡Miiira, UN CIERVO!!), pero yo sé que voy. Lento, pero seguro.

Ya que llevo casi un mes sin publicar, les regalo una de las fotos que saqué en el reto fotográfico que hice en Septiembre. Que hay que decirlo todo, lo hice con unas amigas mías muy carentes de imaginación normales ellas. Y para el día que tocaba «Sombras», saqué esta foto. ¿¿Ustedes qué ven?? Porque yo lo veo clarísimo.

Reto fotográfico. Tema: Sombras

Un abrazo inmenso de una vegetariana de mentira flexitariana, y ahora también un poco realfooder*. (Si es que a despistada no me gana nadie…).

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Aclaraciones:

* Vitamina B12: Para los veganos, también presente en algas nori y tempeh (producto que procede de la fermentación de la soja).

* Vitamina D: No es para broncearnos solo. El sol también hace su parte aumentando los niveles de este nutriente esencial en nuestro organismo.

*DHA (Ácido docosahexaenoico): es el ácido graso omega 3 más abundante en el cerebro, así que es fundamental para que funcione con normalidad y no se nos vaya la olla, más.

* Carnosina: El cuerpo puede elaborarla, pero dado que las dietas vegetarianas poseen menos carnosina, la suplementación es una opción factible.

* Creatina: Vegetarianos y veganos solo pueden obtenerla a través de suplementos.

* Real food: comida real, sin añadidos, sin aditivos, ni ultraprocesados extraños, ni azúcar, ni aceite de palma…

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_Llaysha_