Eres un viejo amigo que no habla, que solo observa. Ignorando que tú quisieras o no, te he hecho partícipe de cada uno de mis pasos. Pero tú no opinas gran cosa, mantienes distancia.
Eres como un señor mayor que me acompaña con la mirada pero que apenas articula palabra. Guardas sabiduría detrás de unos ojos inexpresivos y apagados y, al igual que presencias sin querer, también escuchas sin ceder.
Sabes bien que si voy hacia ti me pierdo. Y ni tú quieres eso ni yo pienso perder.
Eres parte de un pasado que no tiene cabida, ya se fue. Después de tantos años, ya no espero que seas tú quien tome la palabra. No es necesario que te pronuncies ni que te levantes. Obviemos un adiós simbólico, ahora sabrás que entiendo lo que tú ya sabías, que nunca hizo falta.
Las despedidas están sobrevaloradas. Me sobran los abrazos, las palabras y las lágrimas.
Agosto, eres la nostalgia vestida de un amarillo verano que se ha prolongado demasiado. Y sé que te alegrarás de ver que por fin lo comprendí, que me marcho.
Septiembre es un niño pequeño con ojos grandes y brillantes, que me está tirando del vestido fuertemente con su mano y me señala hacia delante.
Ya te sigo, peque. Te estaba esperando.


Fíjate que durante mi etapa estudiantil, de barba poco poblada, trabajos en grupo como método de tortura digno de la Santa Inquisición, y amoríos tan poco fructíferos como diversos, detestaba septiembre. Tener que volver a la rutina me resultaba tedioso. En cambio, ahora lo tomo como un mes de transición, de oportunidades, de empezar algo nuevo y dejar atrás lo viejo, lo que ya no funciona.
Va a ser un buen año, pitufa quejica. Ya lo verás. 😊
Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
A mí nunca me disgustó septiembre pero me pasa como a tu yo de ahora. Lo veo como una oportunidad de cambio, de transformación, un enero pero sin la fiesta y el ruido, uno que da tiempo de asumir con calma.
Espero que sí. Gracias, Pablito.
Un abrazote.
Me gustaLe gusta a 1 persona