Tu visión del futuro a medio plazo no solo llegó a imaginar lo que harías, los viajes, los planes. Tus ambiciones llegaron a visualizar incluso una versión mejorada de ti mismo.
Una persona libre de la rueda que nos atropella la voluntad y la razón. Una dinámica en la que entramos, sin quererlo. Que nos hace creer que «más» es mejor. Más cosas. Y más nuevas, imprescindible.
Te venden la felicidad como una cima a la que llegar, a través de ese pack «coche+casa+mucha ropa+muchos zapatos+mucho de todo», y si lo puedes renovar cada año, mejor que mejor. Pero ya sabemos que la felicidad, así concebida, es una ilusión. Cualquier bienestar que nos pudiera generar el adquirir algo es totalmente efímero.