Una vez cogí una mariposa que murió (nunca supe si por mi culpa), y la enterré entre pétalos de rosa. Pero hasta allí fueron las hormigas a decirme que ni los muertos descansan y se llevaron en volandas el cuerpo, lejos del lecho que yo había preparado.
Admiro la naturalidad dolorosa con la que desentierran las hormigas lo muerto.
A nosotros, los vivos, enfrentarnos a una pérdida, a un duelo, nos machaca y nos aplasta, pero ellos ¿qué harán?
¿Estarán a la espera, confusos como nosotros,desde el otro lado? ansiando que alguien en algún momento les despierte de este horrible sueño que termina siendo la realidad voraz acaparadora de todo lo demás.
No entendemos nada y vamos dando palos de ciego, buscándole a todo suceso el sentido, el sentido al porqué vivimos y el sentido a los muertos. A los muertos y a sus almas.
¿A dónde van los que no están? ¿Acaso descansan?
Sigue leyendo →